Un duelo a muerte con La Ley

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 Anoche me dijeron que era nefasto que no escribiera tan seguido por acá, y mi respuesta fue “me gusta escribir sobre canciones que me generen cosas… y nada me ha generado nada en estos días”, pero examinando el cajón de los clásicos de mi infancia me encontré con un temazo que viene como anillo al dedo para esta época festivalera.


 Es bien sabido que nadie es profeta en su tierra, y que en este país existe una sobre-exaltación de lo anglo y de esa mierda que viene de Centroamérica a hacerse el pino con el mal gusto del chileno, en desmedro de los artistas nacionales, lo cual sin embargo parece irse revirtiendo con el surgimiento de nuevas bandas rock/pop nacionales; una muestra de dicha exaltación es que una tradición como la “noche chilena” del Festival de Viña del Mar se perdió… siiiiiin embargo, en una noche tendremos compartiendo cartel a dos exponentes de la música nacional; como parte de esta nueva ola de artistas chilenos antes citada está “Gepe”, y dentro del segmento más consagrado y exitoso de esta larga y angosta franja de tierra, como muestra de una época gloriosa para el rock nacional, la –a mí juicio- mejor banda chilena: “La Ley”.

 ¿Cuántas veces te has reinventado? ¿Cuántas veces has tenido que levantarte y reconstruirte? Posiblemente ese sea el hilo conductor de esta banda; ha tenido SIETE integrantes oficiales, se repusieron a la muerte de uno de los más importantes de ellos (el guitarrista, fundador y compositor Andrés Bobe), nacieron con una vocalista femenina (sí, una mujer –la vocalista de la banda ochentera “Nadie”- cantaba en La Ley), cambiaron de sello discográfico, emigraron a México, se separaron, se han vuelto a encontrar… todo lo imaginable y aún ocupan un sitial de respeto dentro de la música chilena.


 Siguiendo en la línea de lo ya expresado, la canción que hoy nos convoca nació en un período intermedio bastante extraño y contradictorio: El álbum “Invisible” (1995) vio la luz cuando la banda era un quinteto formado por Beto Cuevas, Mauricio Clavería, el recién incorporado Pedro Frugone, Luciano Rojas y Rodrigo Aboitiz, (dejando estos dos últimos la banda en años posteriores); además de esta formación histórica, este álbum debió compartir la gloria de ser el más logrado y exitoso a nivel musical de los intérpretes de "Tejedores de Ilusión", con el hecho de estar teñido de la triste pérdida de quien fue creador de una gran parte de los éxitos que en él se recogen, como fuese el hasta su muerte guitarrista y fundador de La Ley, Andrés Bobe, fallecido un año antes del lanzamiento del álbum en un trágico accidente en moto en la comuna de La Reina.




"Invisible" fue producido por uno de los más destacados productores chilenos,de talla internacional: Humberto Gatica, quien ha trabajado con artistas como Andrea Bocelli, Elton John, Madonna, Michael Bublé, Paul Anka, Metallica, Roxette, Whitney Houston, y el indiscutido Rey del Pop, Michael Jackson, de quien era amigo personal.


 Dicho todo esto, al ser una historia recurrente entre bastantes grupos musicales, me parece que muchas veces los mejores álbumes de una banda suelen nacer a modo de catarsis, surgidos de entre los pasajes más oscuros de las historias individuales y colectivas de sus miembros (tal es el caso de “Mutter” de Rammstein, uno de mis discos preferidos), y así sucedió con ésta placa notable, llena de un sonido innovador pero a la vez inspirado en sus referentes del new wave y dark wave inglés de los 80, enriquecido de sintetizadores, guitarras llenas de efectos, la contundencia de Clavería en los tambores, la elegancia del bajo de Luciano Rojas y la sólida y soberbia voz de Beto Cuevas. En ella se recogen grandes éxitos de la historia de La Ley, como son “Animal”“Hombre”“Día Cero”“Cielo Market” y aquella que nos convoca el día de hoy: “El Duelo”.





(Warner Music Mexico - Todos los derechos reservados)


 Esta tremenda pieza musical, compuesta por el fallecido Andrés Bobe, Beto Cuevas y Luciano Rojas es sin duda uno de los mayores éxitos de La Ley, y tiene mérito suficiente para ello; empieza con una serie de capas de sintetizador que arman una atmósfera turbia, tensa, sucia, preparándonos para lo que se viene: Abre los fuegos la poderosa batería de Mauricio Clavería (siempre es divertido ver a un baterista zurdo) con un sonido lleno de aplomo, lleno de esa exquisitez que un buen drum kit de madera de calidad brinda. Unos cuantos pasos más allá e incorporan las cuerdas: una guitarra con pasajes en su inicio y fin un tanto Rockabilly, un tanto Blues, con un riff más apegado a lo New Wave durante el estribillo, y un bajo que simplemente suena elegante, sobrio pero muy intenso, pero sobre todo DISTINGUIBLE, que es una característica que muchas veces no se da en las cuatro cuerdas pero que en este caso se agradece enormemente.

 Luis Alberto Cuevas hace lo suyo: una voz dada al rock, que suena dura cuando debe hacerlo, y que es melódica cuando amerita, sin dejar de sonar masculina y oscura, porque Beto es un claro heredero de la movida más dark, más “gótica” (una palabra pésimamente usada siempre) de la música británica de los 80; tal vez las únicas voces tan variopintas, pero a la vez tan viriles que conozco, además de Beto, son Dave Gahan (Depeche Mode) y el gran Simon Le Bon (Duran Duran, banda que me encanta), ambos grandes influencias dentro del trabajo de La Ley.
Al final del día, tanto despliegue de talento no me extraña; de un hombre que creció en Canadá, que viajó en su niñez y adolescencia por Latinoamérica y que se luce como artista en otras lides, no se pueden esperar trabajos a medias.

 Escuchar “El Duelo” es escuchar precisamente eso: un duelo, una constante tensión que te acapara; se distingue de fondo un teclado que tiñe el ambiente de una neblina oscura, como la escena de un inminente crimen, un crimen que alcanza su clímax tras esa macabra carcajada de Beto, en un solo de guitarra que es simplemente soberbio, pues te permite distinguir de fondo el teclado con esa hermosa pero oscura atmósfera, y ese bajo ante el cual me saco el sombrero, sin dejar de ser un solo, sin dejar de robarse la película, sin dejar de ser un “Hola, soy Andrés Bobe y aún sigo entre ustedes, a pesar de parecer invisible a sus ojos”, pues aunque su grabación estuvo a cargo del talentoso Pedro Frugone, un hombre con notables aportes musicales a la banda, la línea de guitarra fue compuesta por Bobe… sin duda fue una fortuna contar con su genio musical antes de su fatídico accidente.

 Esta es una de esas canciones que cuenta una historia, de esas cuya estructura es el perfecto escenario para una obra de tres actos, a pesar de sus breves 3 minutos y 16 segundos, que aunque suenen a poco, están tan tan tan tan tan inteligentemente compuestos que no dejan ese extraño gusto a poco, sino más bien hacen necesario, imperioso escuchar una y otra vez esta magnífica canción incluida en el acervo musical de La Ley, pues quien habla de La Ley habla de “Invisible”, y quien dice “Invisible” dice “El Duelo”. Pocas canciones logran llenar tan bien los minutos como ésta, permitiéndote disfrutar al 100% todo su contenido, aun cuando siendo rigurosos con lo que todos conocemos por “música”, los primeros 16 segundos sean introducción, lo que reduciría teóricamente su duración a 3 minutos… tal vez los 3 minutos mejor invertidos de tu semana.



Andrés Bobe, fundador de La Ley, fallecido en 1994 en Santiago


 Hace un tiempo atrás me referí al amor oscuro y cotidiano de “Love” de The Smashing Pumpkins; hoy nos referimos a este amor oscuro y sadomasoquista de El Duelo, y me resulta asombroso cómo se puede abordar un tema tan controvertido y oscuro sin caer en la vulgaridad ni en el exceso, haciendo que el estribillo de la canción suene incluso pegajoso… hasta que te das el tiempo de leer la letra en vez de escucharla y te percatas de lo que estuviste cantando todo este tiempo (¡¡¡anda a lavarte la boca con jabón!!!); a ese nivel de profundidad es capaz de calar una canción cuando está bien hecha, y ésta, ésta es legendaria.

 ...y bien, habiendo vaciado una vez más el baúl de las canciones que marcaron mi infancia, sólo me resta esperar para ver a una de mis bandas favoritas nuevamente y como tantas veces sobre el escenario más importante de este país… tranquilo, Boriscillo, que La Ley ha vuelto, y como reza El Duelo, “no sufres más”.

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