Peter Gabriel's Sledgehammer

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 La historia de Occidente nos dice que todo lo conocido tuvo como origen el Génesis de la Biblia, y en cierta medida con lo que hoy nos convoca así ha sido.

 Allá por 1967, un pequeño bebé llamado Richard Zven Kruspe nacía en la localidad alemana de Baden-Württemberg -lo cual no tiene importancia alguna para esta entrada-, y a unos kilómetros de ahí, en Godalming, Reino Unido, también veía la luz una banda llamada precisamente "Genesis", conformada en sus inicios por Tony Banks, Mike Rutherford, Anthony Phillips, Chris Stewart y un histriónico Peter Gabriel, pero como era de esperar en una típica banda surgida entre estudiantes, de dicho Génesis se pasó a un éxodo de miembros, lo cual llevó a un recambio de nombres en su formación original, y así se fueron acomodando las cosas; uno de esos miembos entrantes era un muchacho llamado Philip David Charles Collins (a quien le gusta que sus amigos lo llamen simplemente "Phil"); en un mismo universo musical, sin saberlo se encontraron dos fuerzas creadoras que serían de las más influyentes dentro de las épocas venideras.

 Para hacer el cuento corto, como es bien sabido por todos, donde hay dos mentes creativas lo suficientemente poderosas y talentosas, las cosas pueden ir excelentemente bien o jodidamente mal según qué tan controlados estén los egos... y como era de esperarse en Genesis, con tal cantidad de ideas creativas divergentes y tanto derroche de visiones musicales, los egos no estuvieron del todo fríos; la historia dice que en 1975 Peter Gabriel decidió desvincularse de la banda por "motivos personales", pero a decir verdad, es dudoso que con toda la tremenda influencia creativa al componer, e interpretativa como showman al subirse al escenario caracterizado con disfraces y maquillaje como aderezo a su poderosa capacidad como cantante, ninguno de los demás miembros se sintiera, cuando menos, relegado.

 Luego nuestro amigo Philip David Charles tomó el timón del buque y empezó (al fin, por Dios, para él) a desplegar todo su talento creativo a sus anchas, sin estar a la sombra de nadie, y es así como Peter Gabriel comienza a hacerse un nombre por sí mismo, también gozando del privilegio que significa poder plasmar en sus creaciones musicales todo su talento, si tener que compartir metros de vinilo con nadie más; al final parecía que cada quien había encontrado la paz y el nicho musical que tanto necesitaba...

 ... pero la cosa no fue del todo así; Phil Collins todavía tenía que "hacer encajar conceptos" con el resto de la banda, y como no podía echar a todos, se hizo una "casita de verano" musicalmente hablando, lo que en la industria se conoce como "proyecto paralelo", y tal como Peter Gabriel, ahora también existía la marca "Phil Collins", y al fin luego de un tiempo -más concretamente en 1981-, con la salida al mercado de "Face Value" de Collins (donde se contiene "In The Air Tonight", esa canción super bacán que tiene una introducción como de 4 minutos antes de llegar a la batería aún más bacán y después terminar) es que pudimos ver frente a frente qué es lo que cada uno tenía que ofrecer como artista individual; es decir, en vez de escuchar una mixtura musical donde a ratos se podía sentir el aroma de Gabriel o saborear las notas de Collins, acá uno podía probar un poco de cada uno pudiendo distinguir el sello propio de uno y de otro... aunque a la fecha de Face Value, Peter Gabriel llevaba la ventaja en 3 discos.

 Y así las cosas, como Caín y Abel, como Coca Cola y Pepsi, como BMW y Mercedes, el año 1986 tuvimos dos tremendos álbumes confrontándose y -para deleite de la afición- desplegando una serie de temas que formarían parte de la historia de la música a nivel mundial: "No Jacket Required" (1985) de Phil Collins, y "So" (1986) de Peter Gabriel; ambos con sendos notables éxitos de ventas, y es de este último que se desprende nuestra musa inspiradora del día de hoy: sin más peroratas, es mi honor presentarles la notable "Sledgehammer":





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 Siguiendo con la línea comparativa, cada vez que intento hacer una caricatura de Gabriel y Collins a fin de compararlos, la música de Peter Gabriel es como la música que escucharía mientras me paseo por Manhattan, creyéndome el rey del mundo entre hombres con maletines llenos de bonos y acciones, y gente con vidas interesantes, no sin moverme con cierto aire de cinismo e irreverencia, mientras que la música de Phil Collins es como la banda sonora perfecta para esos suburbios donde la gente hace coreografías mientras corta el pasto, recoge el periódico local, toma desayuno con waffles y sonríen por lo hermosa que es la vida, vestidos con chalecos con rombos y sin mangas y vestidos sesenteros, engominados, uniéndose todos en un mismo baile en medio de una calle residencial mientras se enciende el riego automático de las casas al mismo ritmo de la coreografía... the american dream.

 Pero estoy divagando...

Sledgehammer es en pocas palabras esa canción enérgica y vibrante que escuchas en un momento y te sacude los huesos, te levanta y te deja demasiado activo y vibrante luego de escucharla; sin ir más lejos la considero como un "himno personal contra el desgano". Desde el primer segundo una serie de vientos (reales, interpretados por "The Memphis Horns") te dan la bienvenida a un carnaval de sonidos perfectamente sincronizados y estructurados, como un suculento platillo cocinado por un chef que ha cultivado él mismo los ingredientes, ha forjado la cuchillería y te lo va a servir a la mesa; un hombre que sabe lo que hace.

¿De qué nos habla Sledgehammer? tal vez la mejor manera de entenderla es sabiendo desde ya que su nombre en castellano simple es "mazo", como esos que se usan para demoler. Sledgehammer es una irónica y caricaturesca visión del amor y del deseo erótico, lo cual se desprende de algunos versos que rezan declaraciones tales como "muéstrame los alrededores de tu frutera, porque seré tu abeja mielera... ábreme tu frutera, donde la fruta yace tan dulce como puede estar" (o sea, casi 20 años antes, Peter Gabriel le daba un paseo a todos los reggaetoneros con esa tremenda frase cargada de sexualidad, pero carente de vulgaridad; un maestro), y así discurre en una serie de conceptos metafóricos que nos hablan de un mazo que, si le es permitido, golpeará incansablemente hasta llegar al centro mismo, al núcleo, al meollo del asunto, todo esto decorado con una batería que golpea de manera seca, contundente y pareja durante toda la canción en 4/4, un bajo que cuenta una historia aparte y que suena exquisito, intrigante, una guitarra que aporta discreta pero precisamente y claro, Gabriel, haciendo nada menos que arte con esa voz pastosa, cálida y llena de falsetes dominados con la pericia del que ha viajado por esa carretera de ida y vuelta más de una vez.

 Si tuviéramos que dividir la canción en 2 partes, la golosina del platillo la tenemos precisamente entre esas dos porciones musicales: hacia los 3 minutos nos encontramos con un lujo musical; una flauta shakuhachi (sintetizada)... -de hecho como anécdota, llevo 2 años sabiendo que un curso libre de mi carrera es precisamente sobre esa flauta, y recién ahora vengo a saber cómo suena-; de pronto nos damos cuenta por qué la obra de Gabriel se puede considerar como "música del mundo", ya que incorpora de manera sagaz distintos elementos propios de estilos alrededor del orbe, enriqueciendo la ya generosa paleta musical de su obra, y tal es el caso de esta canción donde dicha flauta japonesa goza de 20 segundos de místico y novedoso protagonismo bastante bien ganado. Luego de ello otro lujo se hace presente, con un trío de voces negras femeninas acompañando los últimos versos de esta lírica divertida que, si fuéramos gringos y lográramos entender a cabalidad, posiblemente nos haría reírnos con la cara un tanto sonrojada, como unos púberes que descubren el mundo "nasty-tasty" de la sexualidad, presentado ante ustedes de una manera ingeniosa e inteligentemente sutil.

 A mí parecer, todas las canciones con secciones de vientos tienen ese gusto a espectáculo, a exhibicionismo nocturno lleno de luces de neón, a carta de presentación de hombres y mujeres que saben vivir la vida y que necesitan ser el centro de atención de todos; en Sledgehammer podemos encontrar trombón, saxofón y trompeta... el café con dos de azúcar, por favor.

 Me sorprende poderosamente el sentido de sincronía musical que tiene Peter Gabriel al componer... es como si comprendiera claramente que toda canción como historia necesita un hilo conductor, y en Sledgehammer si prestas oído te darás cuenta de que a lo largo de toda la canción hay una guitarra que, aunque a veces tengas que volver a escuchar la canción para notarla, siempre está presente, y ahí está el juego: no tienes dónde escapar en esta montaña rusa de emociones, porque si te sientes acosado e intentas irte a un rincón, ahí está Sledgehammer para atacarte con un artilugio que habías pasado por alto. El realizador de esta sincronizada fuente de agua formada por vientos y cuerdas se llama "Daniel Lanois", un nombre que posiblemente no te diga nada, pero has de saber que ha producido álbumes para Bob Dylan, Brian Eno, Neil Young, Brandon Flowers (el "niño bonito" que canta en The Killers) y 6 discos de U2, entre ellos "The Joshua Tree" (With Or Without You), disco ganador de un Grammy... los grandes suelen rodearse de otros grandes.

 La calidez vocal de Gabriel lo convierte en una de esas voces que una vez las escuchas, no te será fácil confundirlas después; a ratos ese tono profundo me suena similar a Huey Lewis, pero sin duda la voz de Gabriel suena menos negra, más suave y más elástica, lo que queda de manifiesto en las notas altas de esta canción en frases del estribillo y en el falsete. Es un logro y un orgullo -a todo esto- que al día de hoy, aún cuando las notas ya no llegan tan arriba, cada vez que Gabriel interpreta en vivo esta canción lo hace cantando de verdad, es decir, sin playback ni auto-tune.

 Aunque no soy un erudito en la materia, otro aspecto a destacar para mí es la firmeza y la consistencia de la caja de la batería en esta canción; en cada "rimshot" que escucho es como si pudiera saborear la textura cálida y robusta de la madera... me sabe a que no es una caja de 5.5 sino de 6 pulgadas de profundidad... el conjunto de platillos le da un toque muy "aireado" al sonido del baterista francés Manu Katché, y el ritmo con el que ejecuta las percusiones, con esas notas falsas de hi-hat y golpes de toms de no menos de 18 pulgadas durante el estribillo tiñen la línea de batería de una sobria pero versátil creatividad. Hay ocasiones en las que los bateristas de sesión (es decir, que acompañan a un artista sin formar una banda) suelen elegir sus drumkits a su gusto personal, lo cual muchas veces suele desentonar con el resto de los instrumentos o incluso llega a robarse el protagonismo; claramente este no es el caso: una batería bien armada, consistente, robusta, redondita.

Sin objeciones sobre la parte musical, su señoría... tal vez sólo podríamos pedir que fueran mucho más que 5 minutos de deleite musical, pero la gula y la codicia son pecados capitales.

 Y bueno, como un artista tan plástico e innovador como Peter Brian Gabriel, capaz de actuar disfrazado de zorro o de murciélago causando furor en la audiencia tiene mucho que ofrecer por donde le pidan, ¿cómo una lírica tan desvergonzada y atrevida para su época se quedaría sólo en ello? y ahí vino todo un nuevo testamento de la mano de uno de los videos más icónicos de la historia del videoclip: una obra de arte filmada con la técnica de "stop motion", es decir, haciendo toma tras toma como si de fotografías se tratara, y uniéndolas una junto a la otra formando una secuencia contínua. Tal fue el nivel de compromiso y de carga que significó la elaboración de dicha masterpiece (dirigida por Stephen R. Johnson y animada por Aardman Animations, ejecutores de "Wallace & Gromit") que el mismo Peter Gabriel sufrió de trastornos de personalidad luego de filmarlo... no pain, no gain.

 ¿Cómo no va a ser interesante ver dos pollos crudos bailando en un escenario?

Sin duda alguna y en síntesis, Sledgehammer es, además del mayor éxito comercial de Peter Gabriel hasta la fecha, una de las canciones más simbólicas de la historia musical moderna, una de esas canciones en las que se puede oír, ver, sentir y hasta respirar la calidad creativa de todos aquellos tras su gestación, y una de esas piezas que te demuestran que cuando un artista se compromete con su obra, es capaz de potenciarla segundo a segundo, y desde distintas perspectivas más allá de lo meramente musical; la trinidad de letra, música y video se conjugan de tal manera que ninguna corre a destiempo del resto, ninguna opaca a la otra sino que más bien la potencia, le da una nueva lectura, un brío nuevo, no por nada señores estos 5 minutos de talento británico puro cargados de Funk, New Wave, Rock progresivo y esa voz estilo "blues de ojos azules" de Gabriel sigue dando réditos y haciéndonos mover hoy, 28 años después de su lanzamiento.

Creo que hay algo que Phil Collins no pudo sentir viniendo en el aire esa noche...


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